lunes, 5 de julio de 2010

Paraguay 0 - España 1


Paraguay: Justo Villar; Verón, Alcaraz, Da Silva, Morel; Barreto (Vera, m.64), Riveros, Víctor Cáceres (Barrios, m.84), Santana; Valdez (Santa Cruz, m.72) y Cardozo.

España: Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Puyol (Marchena, m.84), Capdevila, Busquets, Xabi Alonso (Pedro, m.75), Iniesta, Xavi, Villa y Fernando Torres (Cesc, m.56).

Gol: 0-1, M.83: Villa.


La Selección española se clasifica para semifinales tras eliminar a Paraguay gracias a un gol de Villa en el minuto 83 e iguala su mejor clasificación en un Mundial. El partido resultó frenético: Casillas tuvo dos actuaciones prodigiosas y paró un penalti, Xabi Alonso marcó otro, pero lo tuvo que repetir y lo falló y el árbitro no pitó otro que le hicieron a Cesc.

La Roja es semifinalista del Mundial. Hay que escribirlo otra vez para creerlo. La Roja es semifinalista del Mundial. España no vivía una noche tan emocionante desde el 12-1 a Malta o el cabezazo de Maceda en la Eurocopa del 84. La final de Viena fue tan fácil que no cuenta. Una cosa es la alegría por un título y otra la emoción y el sufrimiento por la complejidad de un partido. Y de eso hubo toneladas en el choque contra Paraguay.

A falta de buen juego, el partido fue una montaña rusa de situaciones a favor y en contra de España que culminó Villa -como no- tras una jugada en la que el balón dio hasta tres veces en los postes. Cuesta imaginar otro gol con tanto suspense en la historia de la Copa del Mundo.

Lo importante es que España está en semifinales. Menos importante, aunque muy valorable, es que no hizo un buen partido. La primera parte por culpa de una lentitud e imprecisiones desesperantes. La segunda fue sensiblemente mejor por carácter y temple porque aquello fue un carrusel con el penalti parado por Casillas, el penalti marcado, repetido y fallado por Xabi Alonso, más el penalti no pitado sobre Cesc y el mencionado gol de Villa. De locos.

En una de esas bajadas de tensión del partido, el profesor Iniesta dibujó la jugada de la noche, la de los postes. De ahí al final, agonía y disfrute a partes iguales. Casillas enmendó una cantada sobre la hora y luego sólo hubo que esperar. Una vez más, hay que escribirlo. La Roja es semifinalista del Mundial.

En la explosión final, destaca la cara de palo de Del Bosque. Vicente no está contento. No puede estarlo. Sí en su faceta de seleccionador y español pero no en la de entrenador. Sabe que el equipo no jugó bien, que estuvo plomizo, que le costó entrar, que Torres no arranca, que hubo momentos en que nos fuimos del encuentro, que hubo muchas imprecisiones, que Villa, aunque aparece mil veces, está muy lejos del área... En definitiva, que hay cosas que ante Paraguay se pueden perdonar pero que con Alemania son letales. Todo ese cúmulo de defectos sucedió, principalmente, en el primer tiempo.

En el segundo, cuando todo el mundo esperaba que Del Bosque repitiera movimiento sentando a Torres y sacando a Llorente, el técnico eligió la vía Cesc. Le salió bien. Villa se fue arriba y, con el capitán del Arsenal, el mediocampo tuvo más consistencia. Iniesta apareció mucho más y Xavi se acercó al tipo que dirige la orquesta en el Barça.

Con todo, hubo un momento clave. La parada de Casillas tras un penalti memorable de Piqué, que quiso llevarse a casa el brazo del delantero. Esa parada, seguramente, va a marcar un antes y un después en el Mundial. A continuación, vino otro penalti sobre Villa con un desenlace inesperado. No sólo no lo tiró el Guaje sino que Xabi Alonso lo marcó, se lo mandaron repetir -aún no se sabe por qué- lo falló y en esa misma jugada Cesc fue atropellado por el portero, con el colegiado mirando al tendido. El efecto Casillas quedaba diluido en un minuto aunque cobraría su importancia con el pitido final.

El resto es ya historia del fútbol español. La Roja es semifinalista del Mundial. Que pase lo que tenga que pasar. El campeonato del sufrimiento ya lo hemos ganado.

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